En la vida diaria de los residentes de Kirikiño utilizamos la alimentación y la cocina en sus aspectos prácticos y terapéuticos. En este post os relatamos los beneficios que tiene todo taller de cocina y repostería para los adultos mayores.

LA COCINA Y LAS COMIDAS: UN REFLEJO DE QUIÉNES SOMOS

Es habitual ver en nuestras redes sociales imágenes de nuestros usuarios del centro de día o de nuestros residentes preparando platos o postres tradicionales. De hecho, nuestro último taller de cocina lo llevamos a cabo hace un par de días. En esta ocasión el motivo fue la celebración del día del Carmen, patrona de nuestro barrio de Santutxu.

En este sentido, en Kirikiño apostamos mucho por los beneficios terapéuticos que ofrecen los talleres de cocina o talleres de repostería. Pues, a muchas personas mayores les permite ejercitar una de sus aficiones declaradas o un hábito que formaba parte de la vida doméstica.

Por tanto, cualquier taller culinario encierra para ellos un significado personal que podemos exprimir en su beneficio. Pues, forma parte de ese elenco de pequeñas cosas cotidianas que van conformando nuestras historias mínimas.

Porque las comidas que elaboramos o los alimentos que ingerimos son hechos claves de ese rompecabezas que supone nuestra vida personal. Nos describen, dan significado a nuestro diario vivir y tiene una poderosa —y subliminal— conexión con nuestro mundo emocional, ¿no os parece?

Sin duda, para las personas mayores la elaboración y el consumo de platos tradicionales llevan implícito una expresión de cariño, de valía propia. Pero también los sumerge en recuerdos y les permite regular sus estados anímicos.

No obstante, los beneficios funcionales, cognitivos y terapéuticos que les aporta un taller de cocina a las personas mayores son numerosos. Por eso, es una actividad habitual en nuestra residencia y centro de día. Además les brinda la posibilidad de asociar ciertos platos o postres a eventos culturales importantes para ellos.

taller de cocina

EL IMPACTO BIOPSICOSOCIAL Y EMOCIONAL DE LA ALIMENTACIÓN Y LA ELABORACIÓN DE COMIDAS TRADICIONALES

La alimentación está muy vinculada a la calidad de vida de todas las personas, pero con mayor énfasis en las personas mayores. Y es que, a través de la comida podemos realizar diversas acciones encaminadas a generar bienestar.

En efecto, la comida, tanto en su elaboración como en su ingestión, repercute en la salud global de los mayores. Por un lado, porque les aporta una salud física más enérgica. Por otro, porque la comida, especialmente aquella que alude a la cocina tradicional, activa emociones y sensaciones placenteras en los comensales.

Es decir, el consumo de ciertos platos culinarios incentiva el bienestar emocional y trae reminiscencias de tiempos pasados ligados a la vida familiar. Pero aún hay más: la comida puede servir de puente que nutre la vida social y refuerza el sentimiento de pertenencia a una comunidad. De hecho, ahí están los platos típicos vinculados a la cultura gastronómica o a celebración de eventos sociales particulares.

Somos lo que comemos, de eso no hay duda. Pero no solo porque de la calidad de los alimentos que ingerimos depende nuestro bienestar fisiológico. Sino principalmente por ese contenido emocional y simbólico que asociamos a la cocina.

En este sentido, las personas ancianas otorgan a la comida un valor que va más allá del mero aspecto nutricional. Para ellos despierta recuerdos familiares o de la infancia; significa una muestra de afecto y supone un legado cultural que quieren compartir con las nuevas generaciones. Y, por supuesto, son fuente de momentos entrañables que comparten con los allegados.

Podemos resumir que las elaboraciones culinarias conllevan un componente de identidad alimentaria, tanto individual como colectiva. Ya que evoca recuerdos personales, activa la memoria gustativa, influye en el estado anímico, tiene mucho de ritual y se circunscribe a un contexto social tradicional compartido.

LOS BENEFICIOS DEL TALLER DE COCINA PARA LOS ADULTOS MAYORES

Como actividad psicosocial y terapéutica, un taller de cocina o un taller de repostería tiene mucho que ofrecer a las personas mayores. Pues resulta una actividad básica de la vida diaria muy completa, que en Kirikiño aprovechamos para trabajar o ejercitar diversas áreas, a saber:

Memoria: la preparación o degustación de platos tradicionales evoca recuerdos de episodios pasados. Los sabores y aromas despiertan la memoria gustativa de los mayores. Y la lista de ingredientes y la consecución de pasos para elaborar una comida o un postre obliga a ejercitar la memoria.

Lenguaje: se puede incentivar a los usuarios a ejercitar la función lingüística haciéndoles escribir las recetas o la lista de compra de ingredientes. O bien, pidiéndoles que relaten la preparación de un plato o compartan historias personales vinculadas a ellos.

Cálculo: se trabaja mediante la proporción o la cantidad necesaria de cada ingrediente para elaborar una receta.

Funciones físicas y motoras: se ejercita mediante el manejo de utensilios de cocina para preparar los alimentos o mediante la propia acción de elaborar las recetas. Así, los mayores trabajan las destrezas psicomotoras finas y gruesas, la coordinación, la fuerza, etc.

Capacidades sensoriales: el aroma, sabor o presentación de los alimentos estimula todas las habilidades sensoriales como: gusto, tacto, olfato y vista. Dichas capacidades se entrelazan con la memoria gustativa

Integración social o socialización: los talleres de cocina se llevan a cabo como dinámicas grupales, por lo que favorece la colaboración y la interacción interpersonal. De igual modo, al compartir la comida preparada con el grupo, se refuerza los lazos afectivos entre todos.

Desarrollo emocional: la alimentación y la cocina están intrínsecamente relacionada con la afectividad y las emociones para muchas personas. El estado anímico repercute en cómo nos alimentamos y viceversa: la comida puede mejorar el estado emocional. Al mismo tiempo, cocinar supone una actividad útil y, como tal, refuerza la autoestima y el sentimiento de valía en muchos mayores.

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TALLER DE COCINA COMO ACTIVIDAD INTERGENERACIONAL

Por lo demás, la elaboración de recetas es una de esas actividades que nuestros mayores comparten con los alumnos de los colegios con los que colaboramos.

Es decir, aprovechamos los beneficios del taller de cocina para convertirlo en una actividad intergeneracional. Con ellos, los residentes enseñan a los pequeños a valorar la tradición culinaria, la alimentación sana y casera, y a desenvolverse con soltura en la cocina.

Esta actividad tan aparentemente sencilla resulta mucho más significativa y enriquecedora de lo que pueda parecer a simple vista. Pues, además de todas las ventajas que encierra en cuanto a relaciones intergeneracionales y sociales se refiere; supone un acto de transmisión generacional del legado cultural.

Un rol social primordial que cumplen los abuelos en la sociedad y que tanta satisfacción les brinda.

TALLERES DE COCINA COMO ACTIVIDAD CULTURAL PARA LOS MAYORES

Además de los aspectos terapéuticos y de ocio activo que aportan los talleres de cocina o de repostería, podemos mencionar que sirven como herramienta de actividad cultural. Puesto que muchos platos que los mayores elaboran están estrechamente relacionados con eventos o festividades tradicionales.

No en vano, la Unesco califica a la alimentación —y a ciertas dietas regionales— como patrimonio inmaterial indispensable en el desarrollo del universo cultural tradicional. De ahí que la alimentación y a gastronomía potencien nuestra calidad de vida como individuos insertados plenamente en un tejido social y cultural determinado. Y esto es un hecho que debemos explotar con nuestros mayores.

Así, la semana pasada nuestros residentes se dedicaron a realizar recetas culinarias propias del día del Carmen. Una festividad especialmente significativa para muchos de nuestros mayores, ya que la Virgen del Carmen es la patrona de Santutxu, nuestro barrio.

Así pues, es habitual que realicemos talleres de cocina en diversas citas festivas tradicionales como carnavales, navidades, el día de san Juan y otras efemérides. Pero también en celebraciones propias de nuestro centro residencial como la Semana de la Familia.

Por tanto, vemos cómo la actividad culinaria remite a nuestros residentes a la celebración de una festividad y al mantenimiento de la tradición cultural. Lo cual convierte a los talleres de cocina en una acción llena de encanto, por su valor como actividad terapéutica, funcional, emocional y cultural.

Finalmente, cabe resaltar que los talleres de cocina como actividad cultural aumentan la sensación de bienestar personal de las personas de edad avanzada. Pues les permite mantener vigente sus costumbres personales, que también son apreciadas como hábitos tradicionales, lo cual les hace sentirse respetados y a gusto.

Aunar la preparación y degustación de platos de cocina tradicional con celebraciones de toda índole genera un impacto emocional doblemente positivo. Al igual que dejarles a los propios mayores cocinar les llena de ilusión, motivación e incrementa su autoestima, al sentirse más productivos y retomar viejos roles activos. ¡Y es que a todos nos gusta sentirnos anfitriones!

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MÁS ALLÁ DEL TALLER DE COCINA O REPOSTERÍA: LA COCINA COMO SERVICIO

El objetivo primordial que buscamos siempre en Kirikiño es que los mayores se sientan como en casa estando en nuestra residencia y centro de día. Y los talleres de cocina y la degustación de sus propias creaciones culinarias son el recurso ideal para lograrlo.

Asimismo, lo bueno que tenemos en Kirikiño es que contamos con una cocina propia donde cada día elaboramos nuestros menús de forma casera. De hecho, muchos residentes con autonomía personal colaboran de forma activa en nuestro servicio de cocina. Algo que les encanta porque les permite estar entretenidos y seguir desempeñando funciones domésticas de toda la vida.

Por otro lado, más allá de ofrecerles la posibilidad de participar en talleres de cocina o repostería, trabajamos mucho el bienestar de nuestros mayores a través de la alimentación. De ahí que el servicio de restauración sea una pieza fundamental en nuestro catálogo de servicios integrales y personalizados.

En este sentido, hacemos de la alimentación un recurso que nutra de sensaciones positivas y estimulación sensorial la vida diaria de los mayores. Por eso confeccionamos menús con productos naturales, locales y de temporada, propios de la dieta cotidiana de nuestros mayores. Esos productos frescos y naturales de toda la vida que tanto valoran los mayores y tantos recuerdos les trae.

A fin de cuentas, de eso se trata: de darles servicios que les aporten alegría y satisfacciones. Además de un espacio físico y simbólico —la cocina— donde puedan expresar su pasión o su utilidad, y mantener su estilo de vida.

Sin duda, nos gusta concebir nuestro centro como un espacio de encuentro para los mayores donde puedan compartir sus tradiciones y sus talentos. Donde todo residente se sienta anfitrión y comensal, disfrutando de sus propias creaciones culinarias o compartiendo una buena mesa plagadas de platos llenos de cariño.

REFERENCIAS CONSULTADAS

Ledesma, I. J. (2015). Sarcopenia y desempeño ocupacional de las actividades básicas de la vida diaria en mayores institucionalizados. Recuperado de https://bit.ly/3ij9yo2
Troncoso Pantoja, C. (2018). Patrimonio gastronómico en personas mayores. Recuperado de https://bit.ly/36MjosY
Troncoso-Pantoja, C. & al. (2019). Significado emocional de la alimentación en personas mayores. Recuperado de https://bit.ly/36ErZ17