A medida que una persona envejece, los mecanismos encargados del equilibrio hídrico en el organismo se van viendo afectados. Esta degeneración lleva asociada un mayor riesgo de deshidratación.
A partir de los 60 años, el cuerpo va sufriendo cambios y perdiendo progresivamente la capacidad de detectar la sed. ¿Las consecuencias?
- Un menor consumo de líquidos.
- Una mayor pérdida de fluidos.
- Una reducción del contenido total de agua corporal.
Según la organización Hydration for Health, “la deshidratación constituye el principal trastorno de líquidos entre las personas mayores y puede tener un efecto clínico considerable”.
Durante la temporada de verano, hay que poner especial atención a la hidratación de las personas mayores.
Las altas temperaturas son uno de los factores medioambientales que también pueden afectar directamente al nivel de hidratación, provocando incluso golpes de calor.
Síntomas de deshidratación en el adulto mayor
Se entiende por deshidratación la reducción del contenido total de agua en el organismo, ya sea debido a una pérdida de líquidos o a una reducción de la ingesta de estos.
Una persona deshidratada puede sufrir graves consecuencias en su cuerpo, como afectaciones renales, estreñimiento, caídas, hipertermia e infecciones, entre otros.
Para detectar si una persona mayor está deshidratada, hay que estar atento a los siguientes síntomas:
- Golpes de calor.
- Dolores de cabeza.
- Cansancio y/o somnolencia.
- Presión arterial más baja de lo normal.
- Confusiones y/o manifestación de deteriores cognitivos leves.
- Caídas.
- Frecuencia cardíaca alta.
- Infecciones urinarias.
- Sequedad en la piel.
¿Cuánta agua deben beber las personas mayores?
Hay que tener en cuenta que un adulto mayor tiene de media un 10% menos de agua sobre el total del peso corporal que una persona de 30 años.
La “Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria” recomienda que la ingesta de referencia en cuanto a líquidos en las personas mayores sea de unos 2 litros al día.
Cómo mantener una hidratación adecuada en un adulto mayor
En los centros de mayores, el papel de los cuidadores y enfermeros juega un papel clave para propiciar una buena hidratación de los residentes.
Para que estos estén bien hidratados, se recomienda:
- Ofrecerles líquidos de forma regular a lo largo del día, aunque no tengan sed.
- Poner a su alcance botellas o vasos con agua; ya sea en su mesita de noche, al lado de su sillón o en otros lugares que frecuenten a menudo.
- Aprovechar el momento de la toma de la medicación para impulsar la ingesta de líquidos.
- Evitar la exposición al sol en horas de máxima radiación.
- Usar protección (sombreros o sombrillas) siempre que se esté al aire libre. Buscar siempre la sombra.
- Propiciar una buena ventilación y temperatura en las zonas interiores.
- Poner el foco en su nutrición. Enriquecer las dietas con alimentos ricos en agua como caldos, cremas, frutas, zumos u hortalizas.
Conclusión
Las personas mayores sufren un mayor riesgo de deshidratación y las reservas de líquido de su cuerpo son más limitadas. Por lo que el agua se vuelve, aún más si cabe, un elemento vital para el buen funcionamiento de su organismo.
Es muy importante seguir unas pautas estrictas de hidratación en un adulto mayor; sobre todo en verano cuando las altas temperaturas son más que evidentes.
No todas las bebidas tienen el mismo grado de eficacia para mantener un correcto equilibrio hidráulico. El agua es el líquido más recomendado y el que debería abarcar la mayor cantidad de ingesta durante el día.